Durante el seminario internacional “El rol de los gobiernos subnacionales en las políticas de desarrollo productivo, sostenible e inclusivo”, organizado por la CEPAL en la ciudad de Quito, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) de Uruguay, Rodrigo Arim, realizó una intervención en la que destacó la centralidad del enfoque territorial en las políticas de desarrollo.

“El desarrollo sostenible no puede pensarse sin el involucramiento activo de los actores locales”, afirmó Arim, quien insistió en que la coordinación multinivel —entre gobiernos nacionales, departamentales y locales— debe pasar de ser una consigna a una práctica real y efectiva.

En cuanto a la experiencia uruguaya, Arim destacó la labor de la OPP a través de la Comisión Sectorial de Descentralización, espacio de articulación entre ministerios y gobiernos departamentales. Aunque reconoció sus limitaciones, sostuvo que “es el instrumento que nos permite pensar y ejecutar políticas territoriales sostenibles a largo plazo”.

También propuso cuatro ventajas que poseen los gobiernos subnacionales para liderar procesos de desarrollo productivo e inclusivo:

• Cercanía con los actores locales, lo que permite generar confianza y pensar en agendas de largo plazo.
• Capacidad de construir institucionalidad democrática duradera, más allá de liderazgos coyunturales.
• Identificación precisa de ganadores y perdedores de los procesos de innovación productiva, lo que habilita políticas de compensación e integración.
• Posibilidad de construir redes territoriales, tanto dentro del país como a nivel regional, para superar las limitaciones de escala.

Arim alertó sobre los riesgos de que las políticas públicas se apropien solo de los actores actuales y no contemplen la emergencia de nuevos actores innovadores. Y subrayó que el desarrollo también puede generar tensiones sociales que deben ser abordadas desde el territorio.

Finalmente, llamó a evitar acuerdos regionales superficiales o de ocasión, y apostó por construir programas de cooperación sostenida entre países y regiones, que permitan compartir riesgos y aprender de diversas miradas culturales y productivas. “La complejidad del mundo productivo requiere de la diversidad. Esa es una riqueza que debemos saber incorporar si queremos avanzar hacia un desarrollo verdaderamente sostenible e inclusivo”, concluyó.